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¿Y ahora qué? 2

🍁 Este OTOÑO 2022, viajarás en el tiempo: del ayer al mañana, pasando por un idílico -pero menospreciado- hoy. Aprenderás la importancia de vivir AQUÍ y AHORA.

A partir del 1 de octubre, te tomarás un café con Júlia un whisky doble conmigo 🥃 «¿Y AHORA QUÉ? Más allá del cabrón» se colará «más allá» de tu mesita de noche, de tu bolso, de tus manos… Se colará en tu corazón. DESCUBRE MÁS 👇

Introducción

Y lo que empezó con el “titoti-totito” de Skype en una pantalla de ordenador…, NO terminó con el estruendo de una reja de metal cerrándose en la sala de visitas de una cárcel de Nueva Orleans. ¿Quieres saber qué pasó después del “cabrón”? Está bien, cotilla. Toma asiento. Lo que, esta vez, no prepares café. Tampoco será suficiente un gin-tonic aguado, ya te lo advierto. Mejor ponte un whisky, y que sea doble.

Nos toca hablar de cómo Júlia me descubrió que hay vida más allá de tocar fondo, es más, que de tocar fondo puede surgir tu mejor versión; de cómo aprendí de Daniel que no existe el momento perfecto para nada, sino que cualquier momento es perfecto para todo; de cómo ambos, a pesar de los “peros” que siempre nos joden, me hicieron entender la importancia de vivir aquí y ahora. Te contaré que el cabrón me enseñó que, el que es cabrón, lo será siempre.

Súbete a mi montaña rusa a mi máquina del tiempo y viaja del ayer al mañana, pasando por un idílico -pero menospreciado- hoy que busca su espacio entre los recuerdos del pasado y los sueños del futuro. Solo lee y entiende que, tal y como esta historia nos demuestra, jamás debes quedarte con las ganas de vivir.

 María Romero

Reseñas: lectoras cero ⭐⭐⭐⭐⭐

La imaginación y el proceso creativo son caminos solitarios. Las ideas nacen en nuestra cabeza y se exteriorizan a través de los dedos con el impulso de los latidos de nuestro corazón. Escribimos con tinta de café, sacrificando descanso y dinero por vocación e ilusión. A veces, las curvas marean y la compañía se vuelve fundamental. Os presento a mis tres beta readers:

En primer lugar, SARA. A Sara la conocí por la primera parte de esta bilogía: “¿Y AHORA QUÉ? Cómo evitar que un cabrón te joda la vida”. No éramos amigas de la infancia ni compañeras de estudios: fue una lectora que compartió conmigo todo lo que le hizo sentir aquella conversación con Júlia. Mujer trabajadora, madre de tres, siempre encontró huecos para leer esta historia y ayudarme a mejorarla.

En el grupo de las repetidoras: mis dos empresarias. Ambas, Tauro, ¡nacidas el mismo día! Aunque con 20 años de diferencia y sin conocerse entre ellas. Tías empoderadas, independientes, que han “fabricado” horas para dedicarle a este libro. LOURDES ha sido mi apoyo incondicional desde las primeras líneas de mi primer proyecto y también se animó a formar parte de su continuación. Como la más crítica de mis beta readers, hemos “debatido” en cada capítulo. ¡No sabéis la caña que me da! Fanática de las capturas de pantalla, analiza que da miedo. Y hablando de miedo… Miedo daba ver sus notificaciones en la pantalla del móvil, pero cuánta falta hace alguien así en un equipo. Los puntos de vista diferentes siempre tienen mucho que aportar; los oponentes nos enriquecen. ÁGUEDA, la tiquismiquis por antonomasia. No es de ir al corriente, sino de sentarse un día y de ponerte el texto patas arriba. Se fija en detalles y los pule, aportándole realismo a la trama. Periodista de formación, librera de profesión y mi mejor amiga, no solo ha colaborado en la corrección del texto, sino que también ha soportado mis altibajos creativos con paciencia.

ELLAS.

💬 Sara J.R., aficionada a la lectura e ingeniera informática: «La vida misma, la vida tal cual es. Con lo bueno y lo malo. Es increíble cómo María es capaz de transmitir tanto de situaciones cotidianas, haciendo de lo ordinario algo extraordinario. Este libro nos da la posibilidad de descubrir qué pasó ‘después de’, siendo una experiencia maravillosa acompañar a los personajes en su evolución. No va a defraudar «.

💬 Águeda Ruiz de la Fuente, propietaria de la librería ‘El Árbol Blanco’: «María nos ha desvelado el ‘después de’ de los cuentos: ‘¿Qué pasa con Blancanieves después de besarse con el príncipe?’. Pues que vive. VIVE. Y con esta historia podemos vivir junto a Juls un sinfín de altibajos con los que sentirnos plenamente identificadas una vez más«.

💬 Lourdes Berruezo, empresaria: «Cuando todas las fuerzas y astros trabajan juntos, el crecimiento y la evolución no son una casualidad. Si te has sentido identificada en algún momento con Júlia, aprieta su mano fuerte y prepárate para recorrer junto a ella el sorprendente camino que le destino te tiene preparado. Aseguro no te dejará indiferente, pero sí sin respiro«.

MIL GRACIAS. 

Prólogo

 

© Ekaterina Bolovtsova

El ruido de mis tacones retumbaba con fuerza. Tap, tap, tap. El suelo era de mármol en color crema marfil, brillante e impoluto, en el que veía reflejada mi silueta empoderada. La pared parecía una prolongación de ese suelo, cubierta por la misma piedra, con columnas toscanas adosadas a cada lado del pasillo y unidas por arcos escarzanos. La iluminación, deslumbrante, dependía de unas inmensas lámparas decoradas con ornamentos de cristal, ancladas a un delicado techo revestido en madera tallada. El olor a recién barnizado me irritaba las mucosas de la nariz y me resecaba la faringe. Tenía sed.

Afinando el oído, más allá de mi calzado, se podían escuchar los murmullos lejanos de la sala en pleno receso: me esperaban para reanudar el juicio. Caminaba erguida y transmitiendo impresión de confiada; deseaba que llegase ese día. El miedo había dejado paso a la impaciencia por joderle la vida a ese cabronazo. Tiré de mi falda de tubo hacia abajo, ya que de andar con premura se me había subido más de la cuenta. Ajusté mi camisa y entrelacé los dedos de ambas manos sobre mi cintura. Sudaba, pero tenía frío. Estaba nerviosa, no te lo voy a negar.

Percatados de mi presencia, un par de funcionarios abrieron ante mí las colosales puertas de la sala. El rugir del roble silenció al gentío, poniendo fin a una distendida pausa. Frené mi andadura en seco bajo el dintel, cuando percibí las miradas curiosas de los asistentes. El estómago se me giró y sentí ganas de salir corriendo a vomitar en la papelera más próxima. Prometo que, en esa ocasión, no tenían que ver ni el jet lag ni un embarazo no deseado.

Aterricé en Nueva Orleans una semana antes de la vista oral con el objetivo de trabajar en mi declaración, deshacerme del desfase horario y acudir preparada y relajada a ese momento; aunque confieso que no pegué ojo la noche anterior. Con respecto a la posibilidad de tener “la cocina llena de humo”, desde que me ocurrió lo que tú ya sabes, siempre procuro disponer de un extintor cerca.

Controlé las náuseas, haciendo un esfuerzo titánico por mantener mi gaznate bien cerrado. Me dejé impresionar por la majestuosa habitación encapsulada en madera oscura, que parecía sacada de la mansión victoriana de Downton Abbey. El abogado que me escoltaba se colocó frente a mí, extendió sus brazos y presionó con delicadeza mis hombros, acompañando su gesto de una tenue sonrisa. Tras su silente intento por animarme -fallido, dicho sea de paso-, él se adentró en la concurrida estancia y ocupó su sitio. De inmediato, una mujer de raza negra vestida con túnica apareció, subió un par de escalones hasta su atril y encendió el micrófono.

 

 

 

⚠️ SPOILER ALERT | Si no has leído ¿Y AHORA QUÉ? Cómo evitar que un cabrón te joda la vida, ¡para aquí! 🤪

 

©Ekaterina Bolovtsova

—Retomamos el caso número D1-10-272: el Estado de Luisiana e Izan Davis contra Daniel Ward por un delito de lesiones. La defensa puede dar paso a su último testigo —anunció la jueza, hojeando papeles.

Seguían esperando por mí, mientras yo continuaba petrificada en la entrada del gran salón. Se escuchó un carraspeo anónimo que pretendía sacarme de mi shock e impulsarme hacia el estrado. Reaccioné cogiendo una bocanada de aire, liberando mis prisioneras manos y dejándolas caer a cada lado de mi cuerpo. Roté mi cuello, crujiendo las cervicales y volví a caminar. Otra vez el ruido de mis tacones acaparó el protagonismo. Tap, tap, tap.

Eché una ojeada rápida al público: aquello parecía Sitges en Carnavales, brujas y payasos incluidos. El juicio de Dani había levantado muchísima expectación mediática. Pese a que durante mi testimonio habíamos pactado impedir la entrada a la prensa, en el juzgado hubo lleno absoluto. Dani había descartado la posibilidad de llegar a un acuerdo extrajudicial y prefirió decantarse por pelear en los tribunales. Rechazó mi ayuda, pero ahí estaba yo.

 Y ahí estaba él.

Cabizbajo, vestido con un mono naranja, esposado y siendo la viva imagen de la desesperanza. Contando las losetas de mármol y concienciándose de los años que pasaría a la sombra por destrozarle la cara a mi violador.

—¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad? —me preguntó un tipo que parecía haberse escapado de un capítulo de Ally McBeal. Sagrada Biblia en mano completando la escenita.

—Lo juro —respondí con un carrasposo hilo de voz, consecuencia de mi garganta seca.

—Está bien, empecemos —pidió la jueza, aún perdida entre los documentos que copaban cada centímetro de su mesa.

—¿Podría beber un poco de agua, por favor? —murmuré a mi compi, el de la Biblia, quien esperó la autorización de la jueza para alcanzarme un vaso de plástico blanco con un poco de agua de váter que sabía a cloaca. Tosí. Qué asco. ¿Sabes qué ocurría realmente? Que tenía sed, pero no de agua; aquella tarde, mi sed era de venganza.

El abogado de la defensa, el señor Bernad Boyer, criollo de Luisiana y al que yo misma había contratado, se puso en pie. Boyer hizo una ligera reverencia con la cabeza, se abrochó la chaqueta de su elegante y -en apariencia- carísimo traje (obvio, con los honorarios que cobra) y abandonó su bancada para dirigirse hacia mí, no sin antes saludar a los miembros del jurado popular y a la magistrada.

—Gracias, señoría —pronunció el señor Boyer—. Buenas tardes, ¿cómo está? ¿Se encuentra bien? —se interesó por mí; yo afirmé con la cabeza—. Recuerde que podemos parar cuando usted lo necesite. —Respiré hondo, relajé los hombros y me esforcé por adquirir una postura cómoda—. Entonces, sin más dilación, comenzamos. ¿Es usted Júlia Capdevila, nacida en Barcelona en 1988?

En ese instante, aún absorto, Dani dio un respingo. Su espalda, que descansaba sobre el respaldo del asiento, se irguió tensa y su boca se entreabrió, incrédula. Sus ojos verdes, que segundos antes escudriñaban baldosas, se encontraron con los míos, aquellos a los que en otro tiempo cegó de un amor irracional. Empezó a pestañear a una velocidad vertiginosa, buscando la manera de controlar el tsunami de lágrimas que luchaba por exteriorizarse. De sus labios emergió una sutil e ineludible palabra, que logré traducir en la distancia: “Juls”. Asentí como respuesta a su susurro. “Aquí estoy”, quise decirle, aunque me tuve que conformar con solo pensarlo.

Al lado contrario, del mismo modo, otro ojo me observaba con atención. Sí, “otro ojo”, solo uno: era azul y me retaba; su par se ocultaba bajo un parche ocular médico, sin visión. Parecía un estúpido pirata, ¡ja! Mi primera reacción fue apartar la vista, amedrentada por volverme a cruzar con él. Había estado evitando ese enfrentamiento, ese intercambio visual, desde hacía tiempo. Demasiado tiempo. En mi juicio, exigí que no estuviese presente; pero aquella no era mi guerra, era la de Dani y, en ese campo de batalla, yo solo era un testigo más (sin voz ni voto) de la parte demandada.

Y, por tanto, ahí estaba (también) el cabrón.

Júlia Capdevila | ©Luis Erives

Me toqué el pelo, inquieta, como si desease esconderme tras un mechón. Si bien, pronto entendí que yo no tenía que esconderme de nada ni de nadie. Mucho menos de Izan.

Volví a levantar la mirada y lo busqué, lo encontré y supe que acabaría metiéndole en la puta cárcel. Lo reté yo a él, a mi agresor. Todavía se recuperaba de los golpes que Dani propinó sobre su

rostro. Lucía una venda que le sujetaba la mandíbula, pómulos hinchados, puntos en la ceja, esparadrapo en la nariz y además se intuían costras de varios cortes. “Gracias, Dani”, pensé. No es correcto castigar a una persona al margen de la ley, pero a mí me satisfacía imaginar la paliza que había recibido Izan por violarme, por las pesadillas de cada noche, por los recuerdos de sus embestidas, el eco de su frase: “Ahora te voy a follar”. Por marcarme para el resto de mi existencia.

Me mojé los labios: estaba dispuesta a contar cada detalle de aquella noche, en aquel hotel. Era mi turno, iba a saciar mi sed: llegó la hora de mi venganza, de hacer justicia.

—¿Señorita? —insistió el licenciado, queriendo devolver mi concentración al interrogatorio.

—Sí —contesté rotunda—. Soy Júlia. Júlia Capdevila.

Personajes

La historia vuelve a estar narrada en primera persona por Júlia Capdevila 🙋🏻‍♀️, esa amiga tuya con tanto tiene que contarte de café en café ☕; aunque te adelanto que no será la única voz que leerás en las páginas de este nuevo libro.

Volverá Daniel Ward 🏀, del que conoceremos qué fue de él. Y también Izan, Izan Davis. ¿Lo recuerdas? Ese mismo 😬 Ambos deberán compartir protagonismo con un nuevo personaje, Matías Forné 👨‍⚕️

También recuperaremos parte del entorno de Júlia: Ana y Sergio, su madre y hermano, a los que tendrás el gusto de tratar de manera más cercana.

👉 Seis personas y una trama cargada de giros inesperados que culminará con un final tan inesperado como polémico. ¿Te animas a acompañarlos?

Localizaciones y línea temporal

BARCELONA | SAN FRANCISCO: 2017 – 2022

 

 

📍 Barcelona y San Francisco, en California, volverán a ser los escenarios de la historia de Júlia; aunque, en este caso, la Ciudad Condal contará con mucha más relevancia que en la primera parte. También aparecerá Tenerife, en un viaje exprés de nuestra protagonista a las Islas Canarias.

Sin embargo, “¿Y AHORA QUÉ? (2) Más allá del cabrón”, comenzará en Nueva Orleans, capital del Estado de Luisiana.

Con Júlia, además de viajar en montaña rusa, lo harás un avión de papel ✈️ que te llevará por diferentes puntos de la geografía española y estadounidense. ¿Descubrimos el mundo? 🌎

 

 

Con emojis, te invito a conocer conmigo por la línea temporal de las dos novelas que componen mi bilogía “¿Y AHORA QUÉ?”: “Cómo evitar que un cabrón te joda la vida” (libro 1️⃣) y “Más allá del cabrón” (libro 2️⃣).

Todo empezó en 2009, pero terminará en 2022. 13 años. 12+1 para los más supersticiones. A lo largo de más de una década, los personajes viven multitud de situaciones. Algunas mejores que otras, pero de todas aprenden y evolucionan, maduran. Mis libros tratan de un viaje: el viaje de la vida ✈️ Del pasado al futuro, pasando por un presente que narrado por Júlia. Una montaña rusa que, a su vez, se convierte en una máquina del tiempo. ¿Te subes conmigo?

📸 Capítulos en imágenes

⚠️ SPOILER ALERT | O no, porque no olvides que en #NOVELAYAQ2 nada es lo que parece 🤪

Guía por imágenes del índice de capítulos que conforman la novela «¿Y AHORA QUÉ? (2) Más allá del cabrón». Ideal para «visualizar» los episodios durante la lectura y contextualizar la historia.

🛒 Puntos de venta

Mención especial y agradecimiento a la librería «El Árbol Blanco» en La Laguna (Tenerife) por convertirse en el punto de venta físico referente para la adquisición de  «¿Y AHORA QUÉ? (2) Más allá del cabrón«.

Además, podrás comprar tu ejemplar a través del apartado «Tienda» de la web de la autora, María Romero Medinilla. Tienes la posibilidad de hacerte con solo el libro; el Pack Dúo, que incluye «¿Y AHORA QUÉ? Cómo evitar que un cabrón te joda la vida«; y la edición especial limitada a 30 unidades.

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